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Pauline en la Playa / Discografía

Repaso de toda la discografía de las asturianas con motivo de su nueva gira

El próximo sábado Pauline en la Playa estrenarán la gira de su nuevo disco, Física del Equipaje, en el Neu Club de Madrid.

Cuatro años llevaban Pauline en la Playa sin ofrecer nuevas canciones. Cuando anunciaron la salida de su nuevo trabajo la expectación fue en aumento hasta su lanzamiento el pasado 1 de marzo. Y no es para menos. Cada trabajo de las hermanas Alicia y Mar Álvarez es un festín de delicadas piezas musicales, que parecen talladas con la misma delicadeza y el mimo de un artesano.

Tan diminutas como emotivas, tan cercanas como elaboradas, las diez canciones de Física del Equipaje (Siesta, 2010), son la cima de una discografía ascendente en la que siempre han sido capaces de decir mucho con muy poco. De transmitir como nadie la realidad de lo mágica que es nuestra mera existencia. La belleza de lo cotidiano a través de sutileza colorista. Así es, por ejemplo, Un muelle, una canción que brilla con la luz de los clásicos instantáneos, de la música que permanece en la memoria. Donde las palabras parecen encajar como si se hubieran creado para estar en ese hueco oportuno. Con la magia de una grabación en analógico y la sorpresa de escuchar arreglos que hacen que sea difícil imaginar estos pasteles musicales de otra manera. Donde cada engranaje está en su sitio más adecuado hasta conformar el disco cumbre de Pauline en la playa. Y claro, no dan otra opción que dejarse llevar por canciones de una belleza y optimismo tan sobrecogedor como Quién lo iba a decir, La siesta, Tendencias de sastre o Un gran país. Una obra de arte que ha terminado de confirmar a las hermanas Álvarez como dos de las mejores compositoras del pop español actual.

Esta evolución ya se pudo comprobar en Silabario (Subterfuge, 2006), un disco inmerso en un clima misterioso y con ciertas dosis de melancolía que lo hacen deliciosamente irresistible. De extremada belleza resultan pasajes tan minimalistas como Circos de Intimidad, una de esas canciones complejas en sensaciones pero sencillas en apariencia que consiguen elevarnos hasta dimensiones desconocidas. Es precisamente la producción minimalista y experimental de canciones tan hermosas como Hecha trizas, Para curarme de espantos o Caja de cerillas, lo que hace de este disco uno de los más maduros e interesantes de toda la discografía de Pauline.

Esta madurez a la que me refiero, comenzó a hacerse claramente presente en Termitas y otras cosas (Subterfuge, 2003), un disco que empezó a pulir algunos de los pecados de los inicios como las producciones sobrecargadas o las letras con referencias tan fantasiosas como infantiles, para abrir nuevos caminos de investigación hacia derroteros más adultos y sofisticados. Esto se percibe en canciones como Rumbo NorteMi bañera, pasajes reflexivos donde la fantasía da paso a temas algo más adultos con una sonoridad dirigida hacia nuevos derroteros como el jazz o la bossa nova, huyendo de las frecuentes comparaciones que se hacía a la formación con la música de Vainica Doble.

Quizá el disco donde más fácil es hacer semejante comparación sea el EP con el que se presentó el proyecto en 1999, un pequeño disco de culto que con sus seis canciones se convirtió en la declaración de intenciones del dúo. Nada como el hogar (Subterfuge, 1999) incluye la que se ha convertido en una de las canciones emblemáticas de Pauline: Titubeas, que podría resumir el nacimiento de lo que se iría convirtiendo en su característico sonido con referencias muy naïf, y canciones que casi parecen dirigidas a niños. Destacan también canciones como Un monstruo, una pesadilla infantil, o La merienda, que daba muchas ganas de llenar una mesa de pasteles, invitar a los amigos y organizar una fiesta con dulces y canciones.

Y esa es la dirección que tomaron para su segundo trabajo, Tormenta de ranas (Subterfuge, 2001), que es algo así como una versión ampliada y mejorada del EP de presentación, con canciones bastante más complejas que las del trabajo inaugural y letras que, si bien mantienen cierta ingenuidad, son ya aquí un poco más complejas y profundas que las de Nada como el hogar. Destacando en este trabajo, encontramos canciones como Rueda corazón, un animado y divertido festival de instrumentaciones, El gato de Cheshire, la jazzística Ley de acción y reacción o Cabezas locas, una de las canciones más optimistas de Pauline donde los violines parecen invitarnos a disfrutar de la vida sin concesiones.

La vida sin ataduras, sin obsesiones. Huyendo de la rutina y resucitando el espíritu infantil que todos seguimos llevando dentro. Así es la discografía de Pauline en la Playa, una colección de canciones sólida y coherente, que nos ayuda a ver el mundo de otro color recordándonos que vivir es algo más que coger el metro para ir al trabajo.

Sus conciertos, todo un regalo, después de casi tres años sin tenerlas por aquí. Estarán este sábado en Madrid, desgranando por completo su Física del Equipaje y las canciones más emblemáticas de su discografía. Para fans, todo un regalo, para recién llegados, la mejor oportunidad para descubrir las piezas de artesanía pop que nos siguen recordando que dentro de lo cotidiano, puede haber toneladas de magia.

Publicado originalmente en la revista Koult.

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